A José Hernández le falló el catering
La historia argentina está repleta de asados felices pero allá, en el costado más oxidado y lejano de la parrilla, también se amontonan, chamuscados, algunos asados bochornosos.
El primero de esos asados -los bochornosos-, tuvo como protagonista ni más ni menos que a José Hernández, el autor del Martín Fierro. Fue el 19 de noviembre de 1882, cuando se realizó el acto oficial por la fundación de la Ciudad de La Plata, nombre que había sido propuesto por el escritor.
Hasta esas tierras aún desoladas llegó, tortuosamente, lo más distinguido de la elite política y la oligarquía criolla, encabezada por el Vicepresidente de la Nación, Victorino de la Plaza (las malas lenguas sostienen que el Presidente, Julio A. Roca, no por nada apodado "El Zorro", se había ausentado a propósito).
El festejo incluía un "gran asado gran" que el propio Hernández se había comprometido a realizar con mano gaucha, celebrando junto a su amigo Dardo Rocha que en esas tierras comenzaba a erguirse la capital de la Provincia de Buenos Aires.
Pero el clima le jugó una mala pasada al distinguido jefe de asadores y un calor le echó a perder la carne que, tumefacta y maloliente, fue servida de todas formas a los invitados en las 1.500 carpas que se montaron especialmente para el evento.
Los costillares putrefactos y la falta de agua fueron los detonantes de una curiosa estampida de gente muy "paqueta" por aquellos andurriales inhóspitos y pantanosos, antes de emprender el penoso regreso a la ciudad.
Un periodista de La Nación escribió entonces que "una comisión compuesta de los más encarnizados enemigos del gobierno del doctor Dardo Rocha no habría podido hacer las cosas mejor para poner a este último en el más espantoso ridículo y hacerlo colmar de maldiciones".
El cronista aseguraba que la carne estaba en mal estado y que el agua era el bien más preciado de la fiesta, "llegando a cobrarse 5 pesos por un vaso de este líquido". "Aquello no fue fiesta, sino martirio", sentenció el periodista.
Curiosa anécdota en la vida de José Hernández, político, escritor, periodista, hombre de campo (fue uno de los primeros en escribir sobre bienestar animal) y "padre" del gaucho más famosos de la historia, que ese día de 1882 se consagró como el peor asador del país.
Nadie pidió, en la flamante La Plata, un aplauso para él.